Después de haber acariciado la fama siendo vocalista de la orquesta de Larry Harlow, y con apenas 23 años, ·Ismael Miranda· decidía en 1973 montar tienda aparte y lanzarse como solista. En Fania Records no podían estar más de acuerdo con la jugada. De hecho, gracias a la popularidad que habían obtenido los cantantes de la discográfica a raíz del éxito de las grabaciones en el Cheetah de Nueva York -de las que hablaré en un futuro próximo-, la nueva estrategia de la disquera sería convertir en solistas a los que aún no lo eran y así satisfacer a esa creciente masa de fanáticos del género, que parecían estar más interesados en las voces que en las orquestas que estaban detrás. Y como Miranda había acariciado el reconocimiento antes que nadie, qué mejor movimiento que empezar con él. Jerry Masucci y Johnny Pacheco estuvieron de acuerdo; Harlow, tragando el disgusto, decidió hacer una ópera-salsa.
Y Miranda puso una enorme sonrisa en la boca.
Y Miranda puso una enorme sonrisa en la boca.
Ismael Miranda (Ray Villalobos) |
Yo pienso que no fue más que una subida de humos.
La fama, que tanto confunde.
Pero entremos en materia. Miranda, que también es compositor, se tomó con mucha seriedad el lanzamiento -excepto la carátula, que es muy mala- y consiguió reunir a una pléyade de jóvenes músicos de mucha calidad, imbuidos todos en la sonoridad neoyorquina.
Nombres de la talla de Oscar Hernández en el piano (una década después sería el pianista de Rubén Blades), José Raúl Santiago en el bajo, el virtuoso Nelson González en el tres, Nicky Marrero (que venía de la orquesta de Willie Colón) en los timbales y el bongó, Frankie Rodríguez en la tumbadora, Carlos de León y Mariano Rodríguez en las trompetas, y Miguel Colón en el trombón. La selección de los temas, además, cuenta con tres variantes: la primera, como ya dije al principio, planeaba sobre la onda típica cubana (haciéndole honor a Arsenio Rodríguez); la segunda, con la sonoridad neoyorquina y su aroma a barrio y a malandro agazapado. Y la tercera, cosa curiosa, al tango de la primera mitad del siglo XX. No tengo pruebas, pero nadie me quita de la cabeza que ese gusto por el canto lunfardo le habrá venido de sus padres y abuelos. Dicho sea de paso, un tango arreglado como bolero posee una gran peculiaridad sonora, pues la gran densidad de la letra combina estupendamente con la clave lenta de las maracas y bongó.
El álbum comienza con Así se compone un son, un hitazo compuesto por Ismael. Ha sido siempre una de sus canciones enseña y cuenta, además, con un solo de piano muy solvente de Hernández, y otro no menos bueno de Colón en el trombón de vara
Para componer un son
se necesita un motivo
y un tema constructivo
y también inspiración
Es como hacer un sazón
con todos los ingredientes
Ay, tienes que ser paciente
sino se te va la mano
Y el bailador que no baila
no puede gozar, hermano
Cuando tengas el motivo
aplícalo con el tema
así con ese sistema
nunca fallarás, hermano
Ay, luego dale inspiración
y sentimiento cubano
Con el pucho de la vida apretado entre los labios
la mirada turba y fría, un poco lento el andar
dobló la esquina del barrio turbia ya de recuerdos.
Como bordando un veneno, esto se le oyó cantar:
Vieja calle de mi barrio, ahí donde he dado el primer paso
cuando vos contaba el mazo en inútil barajar
Con una daga en el pecho, con mi sueño hecho pedazos
que se rompió en un abrazo que me diera la verdad.
Aprendí todo lo bueno, aprendí todo lo malo
sé del beso que se compra, sé del beso que se da.
Del amigo que es amigo, siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucha plata una vale mucho más.
Yo aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran,
si de una burla se ríen uno se debe reír,
no pensar ni equivocado, para qué si igual se vive.
Además corres el riesgo que te bauticen: gil.
La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron.
Cuando grité una injusticia la fuerza me hizo callar.
La esperanza fue mi amante, el desengaño mi amigo,
cada carta tiene contra y cada contra se da.
Hoy no creo ni en mí mismo. Todo es truco, todo es falso
y aquel que está más alto es igual a los demás.
Por eso no ha de extrañarte si alguna noche, borracho,
me vieras pasar del brazo con quien no debo pasar.
No me dirán que la letra no es magnífica, de esas que nunca envejecen.
Dos canciones más. Sonerito, del Tite Curet Alonso: otro canto desplante a esos soneros cubanos que siempre pensaban (y algunos lo siguen hoy en día pensando) que todo aquello que se grabó en Nueva York era una copia insulsa del excelso canto de la isla, sin darse por enterados de que, acaso, sería más bien un honor para ellos que trascendiese y pudiese ser reconfigurado en una ciudad en inglés, con otra sonoridad definitivamente más moderna.
Una demostración más de que el son no es cubano, sino universal.
Y, cosa curiosa, un merengue: Ahora que estoy sabroso. Rara avis en esos años, aunque apenas un lustro después comenzase a sonar con fuerza en toda la región para terminar adueñándose de los años 80.
Consecuencia, también, del cansacio que produjo la industria durante el boom de la salsa.
El disco es, sin duda, indispensable para cualquier colección de música latina. Sobre todo, porque las producciones posteriores de Miranda caerían en calidad y arraigo.
Ya hablaremos de ellas más adelante.
Magnífico post. Estoy oyendo ese disco a ver qué tal se disfruta después de haber pasado por tu mesa.
ResponderBorrarExcelente entrada,aprovechamos para aliviar,el dolor,que me produjo la derrota vinotinto,acompañado por un delicioso nectar de caña de azucar,de los valles de aragua...., Xoan brindaremos a tu salud,y por que estos magnificos post se multipliquen.
ResponderBorrarte salio rapido y bueno el post, cuando lei tu correo ya lo tenias publicado, y habia una foto de miranda,para la proxima sera...cuando suba las fotos de fersan a mi archivo online te dare un password para que busques ahi...
ResponderBorrarMencionas a Miguel Colón, que es el jovencísimo trombonista que venía de otra gran, gran, gran orquesta: la Colón. Calculo que para la grabación de este disco de Miranda, Colón no tendría más de 19 años.
ResponderBorrarSaludos
Víctor Paredes
Lima-Perú
excelente
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