viernes, 29 de abril de 2011

Es un desangrado son, corazón

En 1982, la salsa brava daba ya sus últimos estertores, en coma casi profundo que estaba. La invasión del merengue arrasaba como un tsunami, igualando y empobreciendo -excepto contadas excepciones- la musicalidad de la región, al tiempo que la industria intentaba el contraataque lanzando ese engendro llamado salsa erótica -o salsa monga- que terminaría desluciendo casi irremediablemente lo que parecía ser la inagotable riqueza sonora del son. En ese año, sin embargo, la escena de la región se vio sacudida por un disco un tanto peculiar, fresco y potente, que fue muy exitoso en Venezuela y en algunos otros países de la cuenca, sobre todo en Puerto Rico. Un álbum que para muchos fue como agua de mayo y marcó, además, un punto de quiebre en la carrera artística de la cantante venezolana de origen español ·Soledad Bravo·.
Me refiero a Caribe.
                                     Soledad Bravo              (Foto: Carlos Hernández)
El asunto tiene su historia. Un año antes, Soledad asistía a un concierto de Willie Colón y Rubén Blades en Caracas. Quedó tan fascinada con la potencia de la orquesta de Willie que le pidió a César Miguel Rondón que por favor se lo presentara. Ella había culminado ya un ciclo de cuatro años de vivencias en su país natal, después de muerto Franco, y había grabado allí cinco discos muy interesantes (Canciones de la Nueva Trova Cubana 2, Soledad Bravo - Rafael Alberti, Cantos de Venezuela 2, Cantos Sefardíes y Boleros). Según confesó en una conversación que tuvo con mi querida María Elisa Espinosa, le entraron ganas de grabar con Willie porque quería bailar mis propias canciones y que la gente las bailara. O, como piensan otros, porque quería montarse (aunque fuese algo tarde) en esa provechosa ola del bembé.

Cuenta Soledad que la conversa con Willie duró algunos minutos, que le entregó un demo con algunas de sus canciones y que, a los pocos meses, casi sin esperárselo, recibió una llamada desde Nueva York con la propuesta firme de hacer algo juntos.
Ella reconoce además -en una grabación dada a conocer por Leonardo Padrón durante una entrevista realizada a Colón el año pasado- que sintió miedo por la oferta y que llamó incluso a Celia Cruz para confesar que estaba tiritando ante la inminencia del disco: Celia, yo no sé sonear, yo no sé nada de eso. Y Celia, siempre tan buena madre, le respondería que no se preocupara, porque estaba en las mejores manos del mundo. En una conversación que tuve con Soledad en 1996, me reconoció que este disco fue una especie de prueba: quería demostrarse capaz incluso de adentrarse en el difícil canto caribe.
Y total, como la producción ejecutiva estaba a cargo de su marido, Antonio Sánchez, y Willie apreció de inmediato las cualidades vocales de Soledad -tenía además el genio y figura de su hermana Cynthia-, decidió ponerse manos a la obra: si la mujer no sabe sonear, pues la enseñamos a sonear; si la mujer quiere hacer uso del songbook del semidiós brasileño Chico Buarque, pues versionamos al español sus mejores temas, que la clave es similar y los tambores vienen todos de Africa; si Soledad quería incluir un son de su amigo cubano Silvio Rodríguez -casi un anatema en Estados Unidos para ese momento- pues lo grabamos.
Y que sea lo que dios quiera.

El disco, registrado en La Tierra Sound Studios de Fania Records en Manhattan, reunió a buena parte de la orquesta regular de Colón para ese momento. Uno revisa la ficha técnica de Caribe y la de Fantasmas -de 1981- y encuentra pocas diferencias: una batería de trombones compuesta por Leopoldo Pineda, Lewis Kahn-que también toca el violín-, Luis López y José Rodrigues, el siempre solvente piano del profesor Joe Torres, Salvador Cuevas haciendo un trabajo estupendo en el bajo, José Mangual Jr. en los bongós y la percusión, Johnny Andrews y Jimmy Delgado en los timbales, Paul Kimbarow en la batería, el ensemble de Harold Kohon en las cuerdas y hasta el propio Willie tocando algunos cueros. incluso hay coros femeninos -una manía que se le metió a Colón por esos años- y arreglos bien logrados de Héctor Garrido, Luis Cruz (ex pianista de Ray Barretto) y Javier Vásquez.
La primera canción, la guaracha Déjala bailar, tenía la fuerza y la duración exacta para ser un éxito radial de proporciones colosales. Y así fue: todos los vinilos de esa época terminarían semitransparentes de tantas veces que sonó en emisoras y fiestas; esa voz de soprano tan delicada de Soledad, que apenas rasgaba las letras cuando entonaba una canción necesaria, se veía aquí como un tornado en medio del montuno, arrabalera y llena de firmeza. Ese negro corre incluso con mejor suerte, porque aquí no hay que poner en cintura al tiempo y Kahn se lanza un soberbio solo de violín, mientras los mambos del montuno son acompañados por unos breaks por demás novedosos y efectivos.
Vagabundo puede servir como ejemplo para entender que las realidades brasileña y caribeña son calcadas y el barrio es un concepto universal y propio de todo el Nuevo Mundo. María María pudo haber resultado interesante al momento de salir el disco, pero hoy en día es una canción envejecida y rayada -muy rayada- de tantas versiones que se le han hecho -lo siento Milton-; su ritmo caduco es un poco repelente, la verdad (yo particularmente no soporto su tumbao). Carnaval tiene el arreglo más interesante de todo el álbum, al comenzar casi rockera para luego dar paso a una guaracha refinada en su orquestación y melodía, y la voz de Soledad, tan de mariposa a veces, arranca de pronto una guturalidad insospechada que produce perplejidad.
Son desangrado, de Silvio, es un tema muy largo, estupendo, con una letra hermosísima, aroma antillano y un arreglo de Luis Cruz que no tendrá jamás fecha de vencimiento:

Un corazón quiso saltar un pozo
confiado en la proeza de su sangre
hoy se le escucha delirar de hambre
en el oscuro fondo de su gozo
Un corazón se ahogaba de locura
de ganas de vivir multiplicado
y hoy es un corazón tan mutilado
que ha conseguido morir de cordura.

Hablo de un corazón que se defiende
de su vieja y usada maquinaria
hablo de un parto en una funeraria
hablo de un corazón que no comprende
Hablo de un corazón tan estrujado
tan pequeñín, tan duro tan quien sabe
que en su torrente casi todo cabe
sea real o sea imaginado.

Al corazón faltábale una oreja
y amaba distraído por la calle
estrangulando con pasión un talle
incapaz de notar alguna queja
El corazón de torpe primavera
hizo que le injertaran el oído
y tanta maldición oyó que ha ido
a que le den de nuevo su sordera.

Es un desangrado son, corazón

No está anotado en los créditos originales, pero el cuatro de Yomo Toro suena libre en el montuno y nadie como él puede tocar las cuerdas de esa manera. Aquí Soledad manejó las improvisaciones a su antojo y demostró que sí sabía sonear, que dentro de ella estaba el germen y que, por lo visto, Logroño también puede albergar el canto caribe, además de buenos vinos.
Cierra el disco Fantasía, hermosísima también, con una letra muy pertinente en estos tiempos huérfanos de esperanza y necesitados de una remejida que pueda contribuir a cambiar las cosas (o aunque sea intentarlo, porque en estos 30 años no es que hayan cambiado demasiado). La canción habla de hacer la revolución, pero solo como a Chico se le podría ocurrir: preparando tintas, adornando plazas y cantando. La voz en segundo plano de Willie, que tenía muchas ganas de darse un poco de espacio en la grabación, acompaña a Soledad en medio de un coro de palmas.

Hablaba al comienzo de este largo post del punto de quiebre que significó Caribe para la trayectoria de Soledad Bravo. Así parece. A partir de este álbum su carrera se tornó mucho más comercial; la canción necesaria dejó de ser necesaria, por lo visto. Caribe fue, además, su último gran disco: el siguiente, Mambembe, se sumergió en la misma tónica antillana pero con mucho menos afinque (al punto que fue descatalogado), los sucesivos cayeron en arenas tan diversas y mediocres como la balada, las rancheras, la novísima nueva trova cubana -por llamarla de alguna manera- o en canciones que apenas tuvieron suerte para anunciar y despedir telenovelas.
Fue en ese momento, por lo visto, cuando Soledad Bravo comenzó a vivir del cuento.
Una pena todo esto, porque cuando se le compara con las estupendas producciones que realizó en los años 70 el resultado da un poco de tristeza. Pero así suelen ser las cosas del querer.
Sobre todo porque tu esposo es también tu mánager.

Cosas de la compresión discográfica, la recatalogación del disco para subirlo a la web (tanto en Rhapsody como en Spotify como en Deezer) pasó por incluir tres temas de otras producciones de Soledad. Al final quedaron fuera otras canciones de otros álbumes y total qué más da.

10 comentarios :

  1. Creo que es el mejor disco de Soledad Bravo, y junto a "Usted abusó", que fue el que Colón le produjo a Celia Cruz, constituyen dos de las mejores producciones discográficas de este músico puertoriqueño.
    Por otra parte, excelente la crónica de un disco (aunque yo lo tuve en cassette), que ha marcado pauta en nuestros países. Hace un año, en un evento privado, Soledad volvió a cantar Son Desangrado y Déjala bailar. Todavía se me paran los pelos al recordarla

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  2. Estoy de acuerdo contigo, en que Caribe fue su ultimo gran disco. Tengo una dualidad de sentimientos hacia el disco, me gusta porque es Soledad,por la voz, es Caribe, pero siento que no llega a ser salsa. Nunca lo senti como un disco que se podia bailar (aunque yo tengo dos pies izquierdos),pero aun monto canciones de ese disco (Son desangrado y Vagabundo) en el ipod, de vez en cuando. Yo lo tuve luego en vinil, pero primero en cassette,pues en esa epoca, los cassettes del tipo que vendia en el pasillo de Farmacia,en la UCV, era la manera mas economica de tener musica.

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  3. Yo creo que sí es salsa. No hay que olvidar que el son es muy permeable y acoge sin problema otros estilos. Palmieri tocó el día que me quieras en una versión estrictamente salsosa.
    Habrá algunos arreglos de Caribe que no invitarán tanto al baile, pero la sonoridad -y las intenciones- son indudablemente salsosas :)

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  4. entre gustos y colores,por otro lado excepcional la investigacion y los comentarios,pero en mi humilde opinion si alguien merece un reconocimiento es oscar,no me cae simpatico ,pero a oscar y su salsa mayor se la hecho a cualquier banda es lo mejor q parimos en salsa con el permiso d tabaco y d ud, mi pana,gracias y disculpame este atrevimiento Xoan

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  5. disco de oro la evolucion musical de willie colon con esas lirica poetica y la voz de soledada
    son un disco increible
    y pensar q ese lp lo consegui por 2 soles
    menos de 1 dolar

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  6. Que buena página, ayer la descubrí y estoy muy entretenido leyendo las distintas entradas. Excelente!

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  7. Es uno de mis discos favoritos en mi colección personal. Todavía lo conservo en el formato de LP, lo compré cuando salió el el año 1982 cuando apenas tenía 8 años. Lástima que Soledad no haya hecho un par de discos más bajo la tutela de Willie Colón, le hubiera ido muy bien, pues tiene muy buena voz. Tito Torres Isabela, P.R.

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  8. Ese CD llevaba años buscándolo y la semana pasada, cuando estuve de visita en San Cristobal, Venezuela, lo pude adquirir. Una verdadera joya y habría que preguntarse el porqué Soledad Bravo no produjo su siguiente disco con Willie Colón.

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  9. Tiene en mi un nuevo seguidor, su descripción de este álbum fue mágica y a tal punto que fui a buscarlo para escucharlo nuevamente y me atreví a recomendar su blog y este álbum. tiene en mi un nuevo seguidor, caraqueño y venezolano como usted, solo que tratando de radicarse en España

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  10. Acabo de descubrir esta joya de blog, no de enciclopedia salsera, mi hermano lo felicito encarecidamente por sus investigaciones , de la historia de este gran genero musical,empeze y no puedo parar con tantos datos los cuales aclaran muchas dudas y ponen otras....MAGNIFICO...FIEL SEGUIDOR SALSERO

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