Veintitrés años antes de que llegase Ry Cooder en plan Cristóbal Colón a descubrir la música cubana (hay que tener bríos, la verdad), sucedía algo interesante en Nueva York. En 1974, un grupo de músicos comandados por los hermanos Andy y Jerry González comenzaron, así en plan guapachoso, a organizar descargas para consumo propio, como si fuese una caimanera de pelota de goma o esas parrandas de fútbol espontáneas que se organizan en las playas de Río. El asunto era pasarla bien, liberarse de las ataduras de las orquestas donde participaban y hacer sonar esos instrumentos de manera deliciosa. Puros panas.
Esta improvisación comienza a enseriarse cuando recibieron una invitación a dar varios recitales en la Universidad de Wesleyan, esa que está en Connecticut. Para salir del paso deciden llamarse Conjunto Anabacoa (tomando el nombre de un viejo son de Arsenio Rodríguez, uno de los padres de la música latina que escuchamos hoy en día), se presentan con notable éxito, comienza a correrse la voz, se suman más músicos y es allí cuando se dan cuenta de que la rumba no podía circunscribirse a los fines de semana y la caimanera de panas. René López, cantante y musicólogo, toma la batuta del grupo y decide bautizarlo con un nombre largo que no tardó casi nada en entrar en los anales de la música latina:
el ·Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino·.
El Grupo, en un concierto en Berlín en 2008 |
La premisa del conjunto fue mantener esa libertad, rehuir de los corsés, de las modas, y asumir las raíces musicales cubanas y aderezarlas de modernidad; esas raíces que son las mismas que descubrió Cooder varios años después.
Podría llenar líneas y líneas sobre este asunto, pero hay mucha literatura en internet y César Miguel Rondón dedicó varias páginas de su Libro de la salsa a explicar este fenómeno mejor de lo que lo podría hacer yo y no es plan estar repitiendo frases.
Este primer disco del Grupo, Concepts in Unity, estuvo desaparecido del mapa desde finales de los 70 hasta 1994, cuando la legendaria Salsoul Records -o quienes se quedaron con ella, más bien- decidieron hacer un reissue en cd. Tanto había leído sobre este mito que, apenas lo vi en Caracas lo compré de
inmediato, me salté varios semáforos en rojo para llegar a tiempo a casa y escucharlo lo más pronto posible.
Gran decepción inicial, he de reconocer.
Antes de que apunten los misiles o contraten a los sicarios, que les conozco, voy a explicarme con una frase muy directa: es que me esperaba otra cosa.
Me esperaba algo más moderno, una vuelta de tuerca al sonido nuevayork, un rollo heavy en el que la modernidad fuese tan palpable como un pescozón bien dado; unos arreglos que dejasen a Palmieri con bastón y Alzheimer y a Barretto con andadera y dentadura postiza.
Me esperaba una buena vaina.
Por eso, cuando voy y aprieto play, y sale la voz del gran Virgilio Martí entonando Cuba linda, no vi nada experimental por ninguna parte; o por lo menos eso fue lo que aprecié en un principio. Folklórico sí era, y mucho; demasiado cubano para mi gusto, eso sí. Demasiado santero, también (porque varios temas son del folklore de la santería, que siempre me ha parecido ligeramente aburrido, aunque haya sido tan importante para el desarrollo de la música caribeña como quizás fueron los cantos gregorianos para la música del renacimiento). Más aún cuando la mayor parte de los músicos de la expresión salsera de los años 70 fueron boricuas o nuyoricans y el sentimiento, me van a perdonar, es distinto. Y esa es una de las características más admirables de la salsa: que la música se siente y se expresa de otra forma.
También me llamó la atención que, por un lado, César Miguel hiciese distinciones entre el son rural que sonó en el Caribe hasta que la salsa le dio ese matiz marcadamente urbano, y luego aupase abiertamente un disco que se afincaba, justamente, en esa ruralidad que ya sonaba ajena para la salsa que tanto defendió a capa y espada. Creo que se contradecía. Y lo sigo pensando.
Nada. El disco lo escuché un par de veces más y lo metí en el cofre de las rarezas que no se vuelven a revisar.
Hace pocas semanas, gracias a los azares de este blog, revisando mis discos apareció de nuevo y le di otra oportunidad.
En esta ocasión salió mejor parado.
No me parece que sea tan trascendental como lo pintan en todos lados; lo sigo sintiendo un poco sobrevalorado, pero eso no quiere decir que sea prescindible. Para nada. Porque tiene varias cosas a su favor, y la primera de ellas es que ha envejecido muy bien. A ver, así como las producciones de Buena Vista Social Club me suenan antiguas, porque antiguo me suena Benny Moré y más antiguo aún Ignacio Piñeiro y su Septeto Nacional (y son geniales todos, ojo), este disco de los nuevayorquinos suena también antañoso, pero tiene unas virtudes que no se pueden dejar de resaltar: por un lado, la enorme y genial batería rítmica que soporta la estructura de las canciones, compuesta en varios temas por tumbadora, segunda (un tipo de conga), quinto, bombo, bongó y timbales. Y en otros por tambores batá. Y dirán, ajá, y qué. Cierto. Ahora mismo, escuchar estos tambores en cualquier grabación es algo casi normal, pero en 1975 eran contadísimas las veces que salían estos tres cueros ceremoniales a escena. Y muchos menos a un estudio de grabación. Por otro lado, la percusión en la salsa suele estar compuesta por la dupla tumba y bongó, así que tener más cueros sonando la enriquece notablemente.
Otra de sus virtudes son los cantantes: Virgilio Martí, ese sonero rebelde que nunca casó con la industria discográfica y por eso somos pocos los que le conocemos, hace alarde en Cuba linda de un canto amigo a esa isla, dejando a un lado el tema político, mientras que en Iyá modupué acierta en su empeño por mostrar ese folklore sincrético al que solo le hemos visto la fachada. Otra voz es la de Heny Alvarez, que canta con guasa Carmen la ronca y A papá y a mamá, un soberano guaguancó que es un canto a la vida. También está Willie García -en aquel momento esposo de La Lupe y causante, según alguna biografía, de todos los pesares y todos los tormentos que sufrió esa mujer en los años 70- interpretando Chocolate's guajira, Canto asoyín y Anabacoa. Y participan en otros temas Víctor Montañez y Frankie Rodríguez.
Pero la virtud mayor la tienen los instrumentistas. Sólo voy a mencionarlos, porque son muchos, pero la mayoría sonarán familiares: Andy González (bajo), el brasileño José Rodrígues (trombón), Reinaldo Jorge (trombón), Gonzalo Fernández (saxo y flauta), Alfredo chocolate Armenteros (trompeta), Oscar Hernández (piano), Nelson González (tres y guitarra), Frankie Rodríguez (en las tumbadoras y el okónkolo), Milton Cardona (segunda, quinto e itótele), Jerry González (quinto), Gene Golden (bombo e iyá), Manny Oquendo (timbales y bongó), Ben Taylor (atchere y shekere), Víctor Montañez (seguidora), Marcial Reyes (requinto), Jaima Flores (güiro) y Francisco Martínez (harmónica). Semejante reunión, todos metidos en los estudios de la CBS del Rockefeller Center y grabando en una sola toma (porque casi todas las canciones salieron a la primera y el disco se hizo en apenas dos días: el 7 y el 10 de abril de ese año), transmiten una energía muy especial. Porque es una obra de estudio totalmente grabada en vivo.
Como antaño.
No se esperen ese ronco sonido de la salsa neoyorquina en este álbum. Ni esos apremios de barrio por parte de sus cantantes. La descarga es lo que marca el disco y su razón de ser. Cuba y su música es la mira.
Por eso suena tan parecido a lo de Ry Cooder, sólo que veintipico años antes.
El disco está fuera de catálogo, así que no aparece ni en Spotify ni en Rhapsody, aunque se consigue todavía en formato físico por internet, en Amazon por ejemplo. Si conoces quién tiene los derechos de Salsoul Records, llámale y ármale un escándalo por no haberlo vuelto a sacar a la venta.
Supongo que, debido al éxito de la colección del Buena Vista..., los del GFYEN decidieron reunirse a finales de la década pasada y llegaron a presentarse en diversos festivales con muy buena recepción, por cierto.
Hay varios de sus videos en youtube, para el que esté interesado en escucharlos.
Podría llenar líneas y líneas sobre este asunto, pero hay mucha literatura en internet y César Miguel Rondón dedicó varias páginas de su Libro de la salsa a explicar este fenómeno mejor de lo que lo podría hacer yo y no es plan estar repitiendo frases.
Este primer disco del Grupo, Concepts in Unity, estuvo desaparecido del mapa desde finales de los 70 hasta 1994, cuando la legendaria Salsoul Records -o quienes se quedaron con ella, más bien- decidieron hacer un reissue en cd. Tanto había leído sobre este mito que, apenas lo vi en Caracas lo compré de
inmediato, me salté varios semáforos en rojo para llegar a tiempo a casa y escucharlo lo más pronto posible.
Gran decepción inicial, he de reconocer.
Antes de que apunten los misiles o contraten a los sicarios, que les conozco, voy a explicarme con una frase muy directa: es que me esperaba otra cosa.
Me esperaba algo más moderno, una vuelta de tuerca al sonido nuevayork, un rollo heavy en el que la modernidad fuese tan palpable como un pescozón bien dado; unos arreglos que dejasen a Palmieri con bastón y Alzheimer y a Barretto con andadera y dentadura postiza.
Me esperaba una buena vaina.
Por eso, cuando voy y aprieto play, y sale la voz del gran Virgilio Martí entonando Cuba linda, no vi nada experimental por ninguna parte; o por lo menos eso fue lo que aprecié en un principio. Folklórico sí era, y mucho; demasiado cubano para mi gusto, eso sí. Demasiado santero, también (porque varios temas son del folklore de la santería, que siempre me ha parecido ligeramente aburrido, aunque haya sido tan importante para el desarrollo de la música caribeña como quizás fueron los cantos gregorianos para la música del renacimiento). Más aún cuando la mayor parte de los músicos de la expresión salsera de los años 70 fueron boricuas o nuyoricans y el sentimiento, me van a perdonar, es distinto. Y esa es una de las características más admirables de la salsa: que la música se siente y se expresa de otra forma.
También me llamó la atención que, por un lado, César Miguel hiciese distinciones entre el son rural que sonó en el Caribe hasta que la salsa le dio ese matiz marcadamente urbano, y luego aupase abiertamente un disco que se afincaba, justamente, en esa ruralidad que ya sonaba ajena para la salsa que tanto defendió a capa y espada. Creo que se contradecía. Y lo sigo pensando.
Nada. El disco lo escuché un par de veces más y lo metí en el cofre de las rarezas que no se vuelven a revisar.
Hace pocas semanas, gracias a los azares de este blog, revisando mis discos apareció de nuevo y le di otra oportunidad.
En esta ocasión salió mejor parado.
No me parece que sea tan trascendental como lo pintan en todos lados; lo sigo sintiendo un poco sobrevalorado, pero eso no quiere decir que sea prescindible. Para nada. Porque tiene varias cosas a su favor, y la primera de ellas es que ha envejecido muy bien. A ver, así como las producciones de Buena Vista Social Club me suenan antiguas, porque antiguo me suena Benny Moré y más antiguo aún Ignacio Piñeiro y su Septeto Nacional (y son geniales todos, ojo), este disco de los nuevayorquinos suena también antañoso, pero tiene unas virtudes que no se pueden dejar de resaltar: por un lado, la enorme y genial batería rítmica que soporta la estructura de las canciones, compuesta en varios temas por tumbadora, segunda (un tipo de conga), quinto, bombo, bongó y timbales. Y en otros por tambores batá. Y dirán, ajá, y qué. Cierto. Ahora mismo, escuchar estos tambores en cualquier grabación es algo casi normal, pero en 1975 eran contadísimas las veces que salían estos tres cueros ceremoniales a escena. Y muchos menos a un estudio de grabación. Por otro lado, la percusión en la salsa suele estar compuesta por la dupla tumba y bongó, así que tener más cueros sonando la enriquece notablemente.
Otra de sus virtudes son los cantantes: Virgilio Martí, ese sonero rebelde que nunca casó con la industria discográfica y por eso somos pocos los que le conocemos, hace alarde en Cuba linda de un canto amigo a esa isla, dejando a un lado el tema político, mientras que en Iyá modupué acierta en su empeño por mostrar ese folklore sincrético al que solo le hemos visto la fachada. Otra voz es la de Heny Alvarez, que canta con guasa Carmen la ronca y A papá y a mamá, un soberano guaguancó que es un canto a la vida. También está Willie García -en aquel momento esposo de La Lupe y causante, según alguna biografía, de todos los pesares y todos los tormentos que sufrió esa mujer en los años 70- interpretando Chocolate's guajira, Canto asoyín y Anabacoa. Y participan en otros temas Víctor Montañez y Frankie Rodríguez.
Pero la virtud mayor la tienen los instrumentistas. Sólo voy a mencionarlos, porque son muchos, pero la mayoría sonarán familiares: Andy González (bajo), el brasileño José Rodrígues (trombón), Reinaldo Jorge (trombón), Gonzalo Fernández (saxo y flauta), Alfredo chocolate Armenteros (trompeta), Oscar Hernández (piano), Nelson González (tres y guitarra), Frankie Rodríguez (en las tumbadoras y el okónkolo), Milton Cardona (segunda, quinto e itótele), Jerry González (quinto), Gene Golden (bombo e iyá), Manny Oquendo (timbales y bongó), Ben Taylor (atchere y shekere), Víctor Montañez (seguidora), Marcial Reyes (requinto), Jaima Flores (güiro) y Francisco Martínez (harmónica). Semejante reunión, todos metidos en los estudios de la CBS del Rockefeller Center y grabando en una sola toma (porque casi todas las canciones salieron a la primera y el disco se hizo en apenas dos días: el 7 y el 10 de abril de ese año), transmiten una energía muy especial. Porque es una obra de estudio totalmente grabada en vivo.
Como antaño.
No se esperen ese ronco sonido de la salsa neoyorquina en este álbum. Ni esos apremios de barrio por parte de sus cantantes. La descarga es lo que marca el disco y su razón de ser. Cuba y su música es la mira.
Por eso suena tan parecido a lo de Ry Cooder, sólo que veintipico años antes.
El disco está fuera de catálogo, así que no aparece ni en Spotify ni en Rhapsody, aunque se consigue todavía en formato físico por internet, en Amazon por ejemplo. Si conoces quién tiene los derechos de Salsoul Records, llámale y ármale un escándalo por no haberlo vuelto a sacar a la venta.
Supongo que, debido al éxito de la colección del Buena Vista..., los del GFYEN decidieron reunirse a finales de la década pasada y llegaron a presentarse en diversos festivales con muy buena recepción, por cierto.
Hay varios de sus videos en youtube, para el que esté interesado en escucharlos.
De acuerdo contigo, con una excpeción, que es gloriosa. Se me olvidó que te olvidé.
ResponderBorrar?Es de ellos? La letra es brillante.
Hola, Camilo.
ResponderBorrarEfectivamente, Se me olvidó que te olvidé (una ranchera de Lolita de la Colina) fue interpretada por ellos. Pero salió en el segundo y último disco (Lo dice todo), que hicieron en 1976.
Ya hablaré de ese álbum en algún momento.
Saludos!
No es lo mismo escuchar salsa que escudriñarla. Para ser sincero solo escucho Héctor, La Lupe, Ismael Rivera, Willie Colón, Eddi Palmieri y ...otros, cuando estoy en la soledad de la borrachera en mi casa. Leyendo akángana me dan ganas de echar un pie y si de paso me entero de las movidas en los procesos de la creación, entonces me declaro lector cautivo.
ResponderBorrarEsa risa no es de locos!
De este disco te puedo decir varias cosas, entre ellas, que los musicos que particparon el proyecto ya habian formado parte de agrupaciones de salsa y tenian ya renombre, pero queria hacer algo diferente a lo que se estaba haciendo (recuerden que en 1975, la fania tenia casi todo el mercado latino en EE.UU a excepcion de coco records y para mayor rabia de fania, Eddie Palmieri ya habia ganado dos grammys con "The Sun of Latin Music" y "Unfinished" obras que no tenian el toque fania, aparte de que estos musicosa venian de la influencia directa de la musica tradicional cubana y tenian influencias del Jazz, por tanto lo experimental ya estaba en el ambiente en NY para esos años, se reunen y forman este excelente y recordado Grupo Folklorico Experimental que, respetando las opiniones del blog, si tuvieron importancia dentro del mundo latino, de hecho fué el germen que creó el grupo libre, que incluso Eddie criticó diciendo que era "una segunda perfecta" pero al pasar del tiempo demostraron la gran capacidad de sonoridad. Continuando con el folklorico, este album doble, que apareció un año despues aqui en Venezuela junto al siguiente, lo dice todo, en 1977, sonaron Carmen la Ronca y A papa y a mama en los pocos programas especializados de salsa en Caracas, entre ellos, la bachata que liderizaba Cesar Miguel Rondón en radio Aeropuerto antes de transformarse en radio totalmente salsera al poco tiempo, porque en ese tiempo se alternaba este programa exclusivo de salsa dura, sin tanta fania, con musica anglo. Incluso, se presentaron ya cuando estaban por disolverse en televisión en 1977 en un programa sabatino llamado La feria de la alegria, donde tocaron se me olvido que te olvidé, pieza full sonada aqui en Venezuela, aunque la plantilla que se presentó en ese programa no fué la original del Lp. Te puedo decir que incluso en programas como Vuodebill de Cappy Donzella en radio capital, colocaban adelaida y luzdelia, imaginenese, temas poco comerciales, por eso te digo que quizas cuando oyes ese sid}sco en los actuales momentos pensaras que no te dice nada, pero para 1976 y 1977, en pleno furor de fania, esta musicxa era una alternativa de gran calidad y afinque, que para los salseros de esa generación consideramos que es una gran obra y dió pié a grupos como libre, y otro que sono en es momento como fué el grupo saoco de ese mismo sello con la voz impecable de Henryt Fiol, que el inolvidable locutor Enrique Bolivar Navas, expresó que como un Nuevayorquino interpretariatan bien la musica cubana, especialmente el son cubano, entre otros grupos, tal como el folklorico que dejó un sabor duro a la musica latina que estaba saturandose de todas las producciones, algunas muy buenas pero otras no, del sello fania y de la ambicion de este sello de abarcar todo el mercado latino, segregando a los sello independientes como coco y salsoul, que logró sobrevivir por el grupo libre, aparte del pesimo sonido del cd reeditado por ellos, les recomiendo conseguir los acetatos del folklorico, escuchaelos y notaran la diferencia!!. Incluso, existió una grabación aislada del folklorico que quedó de esas sesiones interprtetada por Marcelino Guerra, el mismo de Dime la Verdad, llamado La Salsa, que se incluyo en la tercera produccción del grupo libre, y este disco es como una especie de arroz con mango como diecimos Aqui, ya que los temas en el lado B estan cortados tales como Imagenes Latinas, Lamentop Borincano y en lado A hay un tema llamado El Changó de Maria, en donde aparece cantando nuestro Orlando castillo "Watussi#3 y no aparece en los creditos del disco,Que tal? y no se consigue en digital solo en acetato y alguno que lo tenga en blog para descargar!!!. asi que les digo escuchenlo e imaginense como era el ambiente de la salsa en 1975 y quizas entiendan de esta gran producción, icono de los cambios de esos años y que perduran dentro de los clasicos de la salsa. Saludos desde aqui, caracas, Venezuela y que siga la salsa!!!
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