Desde hace varios días tengo al plenero Efraín ·Mon Rivera· Castillo en la cabeza.
Willie Colón y Mon Rivera Lee Marshall
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Como suele pasar en las películas, la criatura crece, toma conciencia, se entera de la "verdad" y decide buscar a su padre. Willie Colón, que absorbió mejor que ningún otro músico el patrón sonoro propuesto por Rivera, lo trajo de nuevo a la realidad en 1975: estaba en un hogar Crea de Puerto Rico, ya recuperado de años de alcoholismo, picadas y rayas, y se ganaba el sustento como electricista.
Un disco para Fania Records lo vuelve a poner en el redil. Los contratos y presentaciones no se hicieron esperar. Y con estos, las presiones propias del ajetreo artístico, un reencuentro con las drogas y la muerte el 12 de marzo de 1978 en Nueva York, a causa de un paro cardiaco y bajo un cuadro hepatítico. Lejos de su Mayagüez natal.
Un disco para Fania Records lo vuelve a poner en el redil. Los contratos y presentaciones no se hicieron esperar. Y con estos, las presiones propias del ajetreo artístico, un reencuentro con las drogas y la muerte el 12 de marzo de 1978 en Nueva York, a causa de un paro cardiaco y bajo un cuadro hepatítico. Lejos de su Mayagüez natal.
Lo curioso es que Mon sigue siendo un gran desconocido para mucha gente. Un desconocido privilegio, porque era uno de los músicos más completos del Caribe: compositor agudo y sensible, cantante aplicado (y dueño de una vocalización que le permitía entonar trabalenguas de cuidado), maestro en el arte del güiro y arreglista con siete dedos de frente. Además de una batería de dientes de oro que haría palidecer al mismo Pedro Navaja.
En There Goes the Neighborhood (Se chavó el vecindario) reeditado recientemente por los nuevos dueños de Fania, Willie pone a disposición su trombón, junto con los de Jose Rodrígues, Ed Byrne y Lewis Kahn. Mete a Eddie "guagua" Rivera en el bajo, al enorme Papo Lucca en las teclas, a Kako en los timbales, Milton Cardona en las congas y José Mangual en los bongós. En los coros alternan Rubén Blades, Héctor Lavoe, Willie y Fe Ortiz. El güiro lo toca el mismo Mon y marca el ritmo constantemente por el canal R.
El disco no es de fácil lectura, la verdad hay que decirla. La plena se ha circunscrito históricamente a Puerto Rico, y tiene una sonoridad muy plana, casi merenguera, que en los años 70 no "gustaba" tanto frente a lo que estaba palpitando alrededor, mucho más variado. Además, los temas son muy cortos para un melómano acostumbrado a esos montunos kilométricos.
Sin embargo, al desmenuzarlo canción por canción se aprecian las proezas: la orquesta está hecha a la medida de las cosas; los arreglos son ingeniosos y Mon se encarga de completar el mosaico. A la cuarta o quinta escucha el album aparece pleno, mostrando todas sus posibilidades.
Les pongo una estrofa, solo una, del tema Pena de amor, para que puedan apreciar la economía de palabras -tan característica del canto caribe- en las composiciones del boricua:
Aprende bien corazón
máquina de la ilusión
es alegría y dolor
esa cuestión del amor
máquina de la ilusión
es alegría y dolor
esa cuestión del amor
No sé si después de haber escrito todo esto haya podido exorcizar de mi mente a Mon. En realidad, tampoco es tan importante hacerlo: de vez en cuando es sabroso tener un trabalenguas sonando en la cabeza.
Para variar.
La única grabación en vivo que se consigue de Mon Rivera la puedes ver aquí. Fue grabada en un programa de variedades venezolano entre 1976 y 1978. No he podido encontrar alguna otra más.
Para variar.
La única grabación en vivo que se consigue de Mon Rivera la puedes ver aquí. Fue grabada en un programa de variedades venezolano entre 1976 y 1978. No he podido encontrar alguna otra más.
Interesante artículo. Saludos.
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